19 de gener 2009

El conte de la ira


“ Se cuenta que había una vez un niño que siempre estaba malhumorado y de mal genio. Cuando se enfadaba se dejaba llevar por su ira y decía y hacia cosas que herían a los que tenia cerca. Un día su padre le hizo una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que tuviera un ataque de ira clavase un clavo en la puerta de su habitación. El primer día clavó 37. En el transcurso de las semanas siguientes, el número de clavos fue disminuyendo. Poco a poco, fue descubriendo que le era más fácil controlar su ira que clavar clavos en aquella puerta de madera maciza. Finalmente, llegó el día en que el niño no clavó ningún clavo. Se lo dijo a su padre y este le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos clavados en la puerta.

Pasó el tiempo y, un día, le dijo a su padre que ya había sacado todos los clavos de la puerta. Entonces este cogió de la mano al hijo, lo llevó a la puerta de la habitación y le dijo:
Hijo, lo has hecho muy bien, pero mira los agujeros que han quedado en la puerta. Cuando una persona dice cosas con ira, las palabras dejan cicatrices como estas. Una herida verbal puede ser tan mala como una herida física. La ira puede dejar señales, no lo olvides nunca.”

1 comentari:

eva_yam ha dit...

Molt maco aqust conte!! ja l'havia llegit a un dels llibres del jorge bucay!!

Felicitats pel bloc!!
un petonàss